martes, 30 de julio de 2013

los tres filtros


Los tres filtros

El joven discípulo llegó a la casa de su sabio mentor y le dice:

— Oye, Maestro: un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia.

— ¡Espera!  —lo interrumpe el anciano—. ¿Ya has pasado por los tres filtros lo que vas a contarme?

— ¿Los tres filtros?  —pregunta a su vez el joven.

— ¡Sí! Mira: el primero es el de la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?

— No  —contestó con algo de pena—. Lo oí comentar a unos vecinos.

— Al menos  —volvió a preguntar el anciano—, lo habrás hecho pasar por el segundo filtro, que es el de la bondad. Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?

—No, en realidad no  — contestó más apenado el joven—. ¡Al contrario!

— ¡Ah, vaya!  El último filtro es la necesidad  —continuó el maestro—.  ¿Has pasado por él lo que vas a contarme?

— La verdad  —dijo el discípulo—,  no entiendo bien la pregunta.

— Quiero decir: ¿es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?

— A decir verdad, no.

— Entonces —dijo el sabio sonriendo—, si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, enterrémoslo en el olvido.

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