lunes, 16 de septiembre de 2013

cuento




Probando al Maestro
Los jóvenes son así: jugando, jugando prueban y presionan para conocer los límites y averiguar hasta dónde pueden llegar para conseguir lo que desean. Pero, este novel estudiante del monasterio, tomaba la cuestión muy en serio.
Le había nacido mucha envidia contra su Maestro y estaba determinado a demostrar que lo que enseñaba era algo equivocado. Después de semanas de intenso proyecto, finalmente concibió un diabólico plan que le permitiría obtener una prueba para ridiculizar a su Maestro.
Una mañana temprano, cuando se dirigía a tomar las lecciones con su envidiado preceptor, agarró un pichón de paloma y lo escondió entre las palmas de sus manos. Cuando estuvo entre sus demás condiscípulos, y para que oyera la clase entera, le soltó el siguiente desafío:
— Maestro —lo retó mientras le mostraba las manos unidas, pero ahuecadas—: sé que usted lo sabe todo. Así que, quiero que resuelva esta adivinanza.
— Tengo en mis manos una paloma —continuó el engreído estudiante—, ¿puede decirme si está viva o si está muerta?
Su plan no podría fallar. Si el Maestro decía que la paloma estaba viva, le rompería sutilmente el cuello dentro de sus cerradas palmas. Si el Maestro dijera que estaba muerta, simplemente abriría las manos y el vuelo de la paloma echaría por tierra el prestigio del anciano. De cualquier manera, el Maestro estaría equivocado.
Pero el viejo preceptor tenía una gran intuición y conocía la fuerte dosis de importancia personal que se había instalado en el interior de su alumno.
— Hijo mío —le dijo simplemente—: la respuesta está en tus manos.
COMENTARIO: Los impulsos buenos y malos están siempre peleando dentro de nuestra conciencia. Aún en lugares santos como el monasterio o en compañía de rectas personas como el gran Maestro, las tendencias negativas surgen y tienen que ser dominadas. Este agudo acertijo Zen muestra cómo resolver un conflicto difícil. El Maestro no se prestó a dar la batalla en el nivel que el discípulo y su ego, esperaban. Devolvió el problema y lo puso sobre la propia conciencia del estudiante. Con su lacónica respuesta, el maestro le dijo sin decirle: «Hijo mío: yo sé de las fuerzas oscuras que combaten dentro de ti mismo. No permitas que esas tendencias negativas te manejen. Dirígete hacia la luz que hay dentro de ti. Nadie  puede hacerlo por ti. La decisión de empezar está en tus manos».

1 comentario:

Anónimo dijo...

muy buena, saludos!!